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Rompe las cadenas que sujetan nuestro corazón. El ritualismo y la superficialidad

Domingo XXII durante el año (Ciclo B)

Comenzamos a prepararnos para nuestra fiesta patronal (N. S. de la Merced) y lo hacemos con este lema: "Rompe las cadenas que sujetan nuestro corazón"

Dios liberó a su pueblo para poder hacer alianza con él. La gran celebración del Pueblo de Dios es haber experimentado a un Dios liberador, un Dios que quiere un hombre libre. Todo lo que nos esclaviza es enemigo de Dios. Todo lo que nos impide desarrollarnos como persona está en contra de Dios.

Pero esta liberación no es para que andemos sueltos y que cada uno haga lo que quiera sino que es una libertad para que podamos responder a una pregunta: ¿Querés amar?. Es la pregunta que se le hace a los novios. Es la pregunta que escuchamos el domingo pasado: ¿ustedes quieren irse?

Este amor no es condición sino oferta, pregunta, mano extendida... ¿Querés ser feliz conmigo para toda la eternidad?

Pero dicho así parece que la libertad es previa al amor, que primero está la libertad y luego el amor. Sin embargo, si miramos bien, el amor de Dios está primero. Él es el que nos libera para que nosotros podamos amarle.

Por eso, a Jesús le molesta que se reduzca el culto a Dios a una cuestión superficial. A una cuestión meramente ritualista. Lo que le importa a Jesús es la vida verdadera, que luego se expresa en el culto.

Una religión reducida sólo a unos ritos externos no es justa, no hace justicia con el proyecto de Dios. Dios ha venido para liberarnos profundamente de lo que nos impide amar y ser felices. El evangelio de hoy nos invita a preguntarnos: ¿nuestra manera de vivir la fe nos libera de las cadenas que sujetan nuestro corazón? Y también: ¿nuestra manera de proponer la fe, libera al otro de las cadenas que sujetan su corazón?

Si miramos a Jesús vemos que así obró el. Su acción fue liberadora. El rompió las cadenas del corazón del hombre para que podamos amar con todo el corazón: perdonó, sanó, incluyó… Su vida y sus enseñanzas son liberadoras para que podamos luego responder a la pregunta: ¿me amás?

Actualización: Predicación en la misa de 11.30

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