Entre las distintas actividades y responsabilidades que ocupan la vida de un sacerdote, la predicación es una de las más destacadas. Es la oportunidad de brindar una breve catequesis a quienes se acercan a la Iglesia buscando encontrarse con Jesús.
El Papa Francisco ha insistido en la importancia de preparar bien la homilía de tal manera que no sea demasiado larga y que ayude a la gente a escuchar la Buena Noticia de Jesús. Para cumplir este objetivo, es necesario prepararla con amor y dedicación. Rezar con las lecturas de la Misa, especialmente el Evangelio, y poder en pocas palabras ayudar a que la Palabra se encarne en los corazones de los creyentes.
Personalmente siempre me ha gustado dedicarle un buen tiempo a esta preparación. En lo posible, toda la mañana del sábado, aprovechando para enriquecer la preparación de la homilía con otras lecturas.
Durante años fui escribiendo y guardando en cuadernos especialmente dedicados las distintas homilías que iba preparando. En el último tiempo, comencé a escribirlas en la computadora. Y hoy agrego esta herramienta que puede ser útil, no sólo para mi tarea personal de escribir y meditar la Palabra, sino también para compartirlas con otros y enriquecerme con los comentarios de aquellos que, llegando a este espacio, gusten compartir.
Me encomiendo al Espíritu Santo, quien siempre me ha guido e inspirado en esta tarea, mucho más de lo que cualquiera pueda imaginar.
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